Es domingo. Acabé de comer hace un rato. Con el café de sobremesa abro el ordenador y me pongo a escribir. Hay una pregunta que ronda mi cabeza muchas veces y que reflexiono otras tantas:
¿Cuántas vidas tenemos en una sola vida?
Me lo pregunto y también se lo pregunto a la gente.
—¿Cuántas vidas has tenido hasta la fecha? —insisto.
Mis amigas se ríen. Dicen que siempre vuelvo a lo mismo. Pero es que lo creo de verdad: aunque solo vivamos una vida, podemos renacer tantas veces como queramos. Dentro de la vida que nos toca vivir hay situaciones, personas y momentos que, de alguna manera, pertenecen a otras vidas. Tus decisiones te van llevando por un camino u otro. Tu vas determinando tu destino.
Miro hacia atrás y, hasta el día de hoy, yo puedo contar cinco vidas.
Cinco vidas.
Cinco películas en las que algunos personajes y escenarios se repiten y siguen formando parte de mi día a día, pero otros… no pasaron el casting. Ya no están en el mundo que vivo ahora.
Suena esta canción: Sweet Love
Para todo el mundo, la vida número uno empieza el día en que nacemos. Nuestro primer contacto con el mundo. Nuestros primeros pasos, nuestras primeras palabras, nuestras primeras risas y sonrisas. Nuestras primeras lagrimas. Nuestras primeras relaciones: con nuestros padres, con nuestros hermanos, con otros niños. La diversión y el juego marcan esos primeros años.
Y, en mi caso, mi primera vida duró aproximadamente 17 años.
La palabra que la define sería: descubrimiento.
Descubrí lo que es tener primeros amigos, y también lo que es dejar de tenerlos. No todo el mundo está destinado a acompañarte hasta el final. Hay amistades que solo viven un momento determinado contigo.
Descubrí lo que era que te gustara un chico: esa emoción al verlo, esas mariposas en el estómago.
Descubrí lo que era tener los primeros novios.
Descubrí lo que era escribir un diario.
Descubrí lo que era tocar un instrumento: el piano.
Descubrí lo que es ir dejando lugares atrás: primero la guardería, luego el colegio y, por último, el instituto.
Descubrí las emociones. Ay, las emociones. Un torbellino que, en esta primera vida, muchos días me controlaba a mí, en vez de yo a ellas.
Descubrí la tristeza, la alegría, la rabia, el asco, la angustia.
Descubrí lo que es viajar. Viajar con mis padres, con mis amigas. Ese primer viaje con amigas que nunca olvidaré.
Descubrí el mundo de los libros, del cine, de la música. Esas cintas grabadas cantando con mi madre y mi hermana las tendré guardadas para siempre, y no me cansaré de escucharlas.
Descubrí lo que era bailar.
Descubrí el deporte.
Descubrí lo que era tener mascotas: esos pececitos en la pecera, y aquel pato que un día cogimos mi hermana, mi madre y yo, y que metimos en la bañera. Acabó en casa de mi abuela, en el campo.
(¿Qué hacíamos con un pato en un piso? Esa es otra pregunta.)
Mi primera vida duró 17 años. ¿ Y la tuya?
Acaba cuando me despido del instituto. Me despido de gente, paso un examen y tomo una decisión que marcará un camino, mi camino.
Esta decisión viene tras hacerte una pregunta. La gran pregunta:
¿Qué quieres ser de mayor?
“ No somos las cosas que acumulamos, adquirimos, leemos. Durante el tiempo que nos es dado vivir, somos solo amor. Las cosas que hemos amado. Las personas que hemos amado. Eso, eso es lo que realmente perdura” Las mil y una historias de A.J Fikry
*Mi pequeña farmacia literaria*
Libro: Las mil y una historias de A.J. Fikry- Gabrielle Zevin
Categoría farmacológica: Catalizador de amistad y deseos.
Indicaciones terapéuticas: Prescrito para quienes quieren reforzar las relaciones de amistad, el amor, el amor por los libros y la vida.
Posología, modo y tiempo de administración: Leer un capítulo todas las noches, parar y leerte el libro con el comienza cada capítulo, retomar después.
Que tengáis un resto de domingo tranquilo.
Os abrazo,
JC